Hay personas que son legendarias. Hay personas que son como un cincel que esculpen nuestro ser, son como un golpe poderoso de una maza que abre caminos nuevos y provoca que se nos encienda la luz.

Isabel.

Aquella primavera del 1996 me dice que me dedique a eso. Sí, a ESO. Lo del clic. Pero no le hago caso. Me parece tan sublime, tan celestial y tan inalcanzable lo que hace. Esos retratos en blanco y negro, esas miradas, aquella intensidad. Han pasado muchos años, hemos aprendido mucho, hemos fracasado mil veces y… me sigue pareciendo sublime, celestial e inalcanzable. Aunque llevo diez y alguno más años dedicándome a eso del click.
Hay mucha gente que habla de su estilo, se regocija en su estilo, que presume de tenerlo. Oh.
¿De verdad?
¿De verdad tienes estilo? O simplemente estás intentando copietear algo y no te sale por mucho que lo intentes y entonces es mucho más fácil decir que este sería tu estilo antes que aceptar la derrota. Solo unos pocos privilegiados pueden crear algo de verdad, algo que se convierte en tendencia. Y en la mayoría de los casos esos seres divinos ni se preocupan en pensar en una cosa tan absurda que el estilo. Yo me considero nada más que un seguidor de un sueño, me encantaría que nuestras fotos respirasen lo que respiran las fotos de Isabel. Y no. No lo conseguimos. No somos capaces de alcanzar esa dulzura, esa mirada, esa estructura de emociones, esa luz. Quizás hasta puede que se reconozcan nuestras fotos por ciertos elementos que intervienen, pero todavía carecen de ese elemento que tan difícil es poseer. Y no hablo de miles de seguidores en redes sociales. No, eso no es ningún tipo de medidor real, dada la cada vez más escasa cultura visual que han provocado.
A lo mejor tenemos que despojarnos de todo, de quedarnos con la imagen desnuda y vulnerable y llegar a la conclusión tan fácil que menos es más. Pero eso, si es menos, no puede faltar de nada, nada puede estorbar. Y eso es muy, muy difícil conseguir que el menos no sea cutre, pobre y sin sentido.

Solo la esencia, por muy amarga que fuera.

Aquí, Isabel:

http://www.isabelmunuera.com/index.html